viernes, 22 de junio de 2007

ESPIRITUALIDAD Y SER HUMANO

El Ser Humano tiene necesidades. Necesidades que deben ser cubiertas día a día. La necesidad de alimentarse, la necesidad de vestirse, de tener un techo… necesidades biológicas, relacionadas con la supervivencia y que son esenciales a nuestra especie. Además, existen otras realidades que poseen similar importancia a las anteriores y que, generalmente, solemos prestarles menor importancia: el bienestar emocional (pensamientos, sentimientos, emociones..) que es sinónimo de salud integral. Todo lo anterior, sumado, equivaldría a disfrutar de una calidad de vida correcta, adecuada y equilibrada. ¿No es así?. ¿ Sería suficiente?.
El Ser Humano es un ser complejo, en permanente estado de movimiento y cambio. La realidad racional no es tan simple como aparentemente se presenta. Sentir y experimentar es una constante a nuestra especie. Tener conciencia (palabra favorita en la Era de Acuario en la que estamos inmersos) es ser responsables de diferentes opciones, saber elegir entre un abanico de posibilidades; si, sólo tiene sentido emplear el concepto conciencia si lo referimos al conocimiento externo e interno (importante que recordemos esto último) de la realidad circundante al Ser Humano.
No todo parece agotarse aquí. ¿Existe “algo” llamado Espiritualidad?. En nuestra era actual, tecnológica y sometida a una aceleración extremadamente dinámica, donde los avances de las ciencias parecen querer eclipsar el sentido de visión humanista de nuestra especie, podemos comprobar, fácilmente, todo lo contrario a lo aparente.
El deseo (mejor sería llamarlo anhelo) de inmortalidad está tan acusadamente marcado en nuestro tiempo (presente y actual) que nos impide olvidar el verdadero sentido de nuestra existencia y finalidad. Queramos o no, vivir es un acto de fe, que debemos experimentar constantemente cada día, sin miedos al fracaso, “que dirán” o circunstancias adversas que nos preocupen o paralicen.
El Ser Humano no es sólo una compleja maquinaria, sofisticada, que puede ser reparada permanentemente, cambiando las piezas gastadas por otras nuevas. Si todo fuera tan sencillo, no tendríamos la maravillosa capacidad para seguir formulando las eternas preguntas que, desde nuestros ancestros, siguen golpeando nuestra consciencia: ¿Quién soy?, ¿por qué estoy aquí?, ¿a dónde dirijo mis pasos?.....
La Espiritualidad pretende dar respuestas a este tipo de preguntas. Es correcto afirmar que no sólo hay una forma de Espiritualidad, y que bajo esta denominación se encuentran, en muchas ocasiones, planteamientos de naturaleza poco edificante y que nada tienen que ver con lo espiritual. La necesidad esta presente, como si se tratara de una semilla o germen, en la naturaleza humana; la necesidad de buscar, indagar y preguntar por nuestra propia realidad, existencia y finalidad es inherente a nuestra especie, forma parte nuestra, desde siempre, llevándola en nuestros genes vitales y culturales.
Como bien señalan las acertadas palabras de Lao Tse:
Darse cuenta de que nuestro conocimiento es ignorancia, es una noble comprensión interna.
Considerar nuestra ignorancia como conocimiento es enfermedad mental.
Sólo cuando nos cansamos de nuestra enfermedad, dejamos de estar enfermos.
El sabio no está enfermo, por estar cansado de la enfermedad.
Este es el secreto de la salud”
Tao Te King, 71
En mi intención esta mostrar (demostrar implica mayor capacidad expositiva y de conocimiento) la realidad de nuestra vertiente espiritual, necesaria, del mismo nivel (cuanto menos, si no superior) de esas otras necesidades biológicas y existenciales que tenemos como especie.
Para todos aquell@s amantes de la búsqueda, de su búsqueda vital, la que da sentido a la vida personal auténtica, a todos, a ti y para ti, citar las palabras de Buda (el Iluminado):
Todos los estados perjudiciales tienen sus raíces en la ignorancia y convergen en la ignorancia; al abolir la ignorancia, todos los demás estados perjudiciales serán también abolidos”
La ignorancia no es otro cosa que falta de conocimiento; cuando tenemos auténtico conocimiento, poseemos las llaves de la liberación del miedo, ofuscación, dolor y sufrimiento que nos perturban e impiden desarrollarnos, apresándonos con las gruesas cadenas de lo perecedero, temporal y finito de la vida. Concluiremos nuestra reflexión con unas palabras de Jesús de Nazaret:
Reconoce lo que tienes anta tu vista y se te manifestará lo que te está oculto, pues nada hay escondido que no llegue a ser descubierto”